- Queremos
cantar el amor al peligro, al hábito de la energía y a la temeridad.
- El
coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
- La
pintura y el arte ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el
éxtasis y el sueño,
nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el
insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada
y el puñetazo.
- Afirmamos
que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza
de la velocidad.
Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos
parecidos a serpientes de aliento
explosivo... un automóvil rugiente que parece
que corre sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia
.
- Queremos
alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra,
lanzada ella misma
por el circuito de su órbita.
- Hace
falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el
entusiástico fervor
de los elementos primordiales.
- No
hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede
ser considerada
una obra maestra. La pintura ha de ser concebida como un asalto
violento contra las fuerzas
desconocidas, para reducirlas a postrarse delante
del hombre.
- ¡Estamos
sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos
si pretendemos
derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el
Espacio morirán mañana.
Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la
eterna velocidad omnipresente.
- Queremos
glorificar la guerra - única higiene del mundo-, el militarismo, el
patriotismo, el gesto destructor
de los anarquistas, las ideas por las cuales
se muere y el desprecio por la mujer.
- Queremos
destruir los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el
moralismo, el feminismo
y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias.
- Cantaremos
a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta:
cantaremos a las
mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las
capitales modernas; cantaremos al febril
fervor nocturno de los arsenales y de
los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las
estaciones
ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las
nubes por los hilos
de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas
gigantes que salvan los ríos brillando al sol como
cuchillos centelleantes; en
los barcos de vapor.
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